Este jueves 20 de septiembre no hay clase. Nos vemos el jueves 27 de septiembre.
Oscar Barragán M.
Este blog tendra el fin de crear un espacio para que los estudiantes de Literatura Latinoamericana de la Universidad El Bosque, puedan comentar en torno a temas de el curso.
lunes, 17 de septiembre de 2012
sábado, 8 de septiembre de 2012
Algo tan maravilloso como la
mirada y el sentido de la vista tienen gran importancia para el ser humano, no solo porque su fisiología nos permite
percibir los objetos, las profundidades, sino también, apreciar y comunicarnos
con los otros. Sin embargo, para Sha-it implicaba algo más, en ella se
manifestaba una maldición faraónica heredada de sus antepasados de hace más de
3500 años por medio de la reencarnación que se expresaría por su horóscopo magistral
y nominal deparándole así un gran poder a través de su mirada, que unida a una
belleza escultural, captaba la mirada de muchos y traería la muerte para otros.
Hatsu, “la terrible faraona de la
reconquista”, que le habría dado la libertad a Egipto del dominio extranjero en
la decimaoctava dinastía, renació en Sha-it otorgándole el don de la profecía y
habría puesto en ella la esperanza de Egipto. Su nombre Sha-it-Athor estaba
compuesto: Sha-it igual al de la diosa del destino y Athor igual al de la
afrodita egipcia que como la afrodita griega era la patrona de la belleza por
los ojos o Señora de Mirada. Por otra parte, Sha-it había nacido en Esné una de
las ciudades de Athor, cuyo nombre, los griegos habrían cambiado por Latópolis,
durante la época de los Tolomeos, y la habrían dejado bajo el poder de Latona:
madre de Apolo y una de las diosas de la belleza que representaba a la noche y
que por ende, sus ojos parecían estrellas dando origen a una Señora de la
Mirada. Así mismo, Latona fue perseguida por la serpiente pitón, que luego
murió por las flechas de Apolo, pero que se vinculaba con Sha-it, puesto que
Shaí es el nombre de la serpiente barbada del Nilo, y dicho rio hacia parte del
Edén, por lo que aparentemente seria la misma que tentó a Eva, que tenía ojos
de diamante y cuya fatalidad en la mirada había sido trasferida a Sha-it.
Partiendo de esto, Sha-it habría
causado con su mirada el suicidio de aquellos que la habrían galanteado y
ofrecido su amor, desconociendo su culpabilidad. Dentro de ellos se cuenta a su
esposo, a quien ella habría mirado durante “el instante del beso supremo” y
ahora el de Mr. Neale Skinner, un ingeniero que habría dedicado su vida a la
dirección de líneas férreas y que habría entablado una relación con Sha-it, más
conocida, por los allegados de Mr. Neale, como la egipcia del Plaza. Además de
ello, se vio involucrada en el suicidio de dos arqueólogos jóvenes que habrían
tenido la osadía de profanar la tumba de Hatsú, que era protegida por el alma
elemental que esta diosa le habría conferido a un espejo, que era en si su
vengador siempre despierto y que como es de esperarse está relacionado con el
don de la mirada. Es aquí, donde podemos mencionar la importancia de la mirada
para los egipcios, simbolizada en los ojos de Horo, dios del sol de los
muertos, cuyo ojo derecho representa al sol, y el izquierdo a la luna, de quien
nació el famoso mal de ojo; Athor servía a este dios, bajo el nombre de Nub:
diosa de la muerte, quien a su vez custodiaba los rasgos en los que revivirían
los difuntos, y en especial el poder de los ojos que podría perpetuarse por
medio de una disposición especial en las por ello Athor tendría poder sobre el
amor, la belleza y la muerte que por herencia había sido asignada a Sha-it.
No siendo todo completo con lo
anteriormente dicho, aparece la figura de Cleopatra que según la historia
comparte cierto parentesco con Hatsú hasta en los rasgos físicos que son
adquiridos de Sejet, representante de la elegancia corporal, que también era
terrible por la mirada. Idumea, princesa y madre de Cleopatra, como si fuera
poco era el nombre de una antigua ciudad en cuyas mujeres se conservaba el don
de la mirada fatal por los ojos negros y azules. Dando como resultado, que
Sha-it no solo compartía con Cleopatra y Hatsú los rasgos físicos sino que a su
vez el don de la mirada que atraía el amor y la desgracia, y el perfume de la
muerte, que se ocultaba tras el nombre de “Atórat-el-Yamal”: el aroma de la
belleza.
Con esta historia, es como Mansur bey,
maestro, egipcio y quien adopto a Sha-it, busca eliminar la culpabilidad
indirecta que tiene ella en el suicidio de Mr. Neale Skinner, mientras su
mirada directamente causo esta desventura.
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